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David Hamilton es un prestigioso fotógrafo que dedicó gran parte de su carrera a un tipo de fotografía sensual, erótica, calmada y luminosa. En "Bilitis" lleva su estilo al cine contando una historia sobre unas adolescentes que descubren la sexualidad durante un verano en la playa.
Duración
95 min.
País
Francia
Director
David Hamilton
Guión
Catherine Breillat, Robert Boussinot, Jacques Nahum (Novela: Pierre Louÿs)
Música
Frances Lai
Fotografía
Bernard Daillencourt
Reparto
Patti D'Arbanville, Bernard Giraudeau, Mona Kristenson, Mathieu Carriere, Gilles Kohler, Irka Bochenko, Jacqueline Fontaine, Marie-Thérèse Caumont, Germaine Delbat
Productora
Coproducción Francia-Italia
Ambientada en los años treinta del pasado siglo, la película cuenta la historia de Bilitis, una quinceañera que estudia en un selecto internado femenino europeo, donde mantiene una intempestiva relación sentimental con Helene, otra de sus compañeras de clase. Al terminar el curso Bilitis se ve obligada a pasar el verano junto a Pierre y Melissa, una pareja de amigos de la familia, cuyo matrimonio está en crisis debido a las frecuentes infidelidades del primero. Poco a poco Bilitis comienza a sentirse atraida por su antitriona, aunque esta rechaza firme pero delicadamente sus pretensiones, ya que considera que la joven debería tener una adolescencia más convencional y enamorarse de alguien de su misma edad, libre y sin compromiso. Bilitis comienza a relacionarse con Lucas, un joven fotógrafo al que ya había conocido durante su estancia en el internado. Sin embargo, pese a que entre los dos surge una cierta tensión sexual (y afectiva) Bilitis no puede olvidarse de su anfitriona, hasta que un día, tras una discusión con el joven, busca consuelo en los brazos de Melissa y ambas mujeres terminan acostándose juntas. Al día siguiente Melissa le dice que no se arrepiente de lo que han hecho, pero que no puede repetirse. Abatida, Bilitis comprende que su amiga necesita reencontrar el amor y, en aras de garantizar su felicidad, decide sacrificar sus propios sentimientos propiciando un acercamiento entre ella y Lucas. Con el final del verano la joven regresa al internado, dejando tras de sí a sus antiguos amantes mutuamente entregados el uno al otro.
Es imposible entender Bilitis sin hablar de su realizador, David Hamilton, un prestigioso fotógrafo británico especializado en retratos femeninos. Poseedor de una estética muy personal (y algo preciosista, que algunos han calificado de Hamiltoniana), su obra se caracteriza por el empeño en captar en sus modelos ese fugaz momento de tránsito entre la inocencia y la sensualidad, a través del uso de colores cálidos, atmósferas difuminadas y una textura algo gruesa. Sus protagonistas siempre son jóvenes, elegantes, y de una belleza sublime, casi sin mácula. Señas de identidad que el fotógrafo intenta trasladar a sus proyectos cinematográficos, con una diferencia: mientras que una imagen puede sugerir mil historias, una película necesita tener detrás un argumento, por endeble que este sea, para contar una historia. En el caso de su ópera prima, Hamilton tomó como punto de partida el conjunto de poemas La canción de Bilitis (1894) de Pierre Louys, aunque trasladando la acción de la antiguedad clásica a la Europa de entreguerras, lo que le permite al director esmerarse en esas recreaciones de época que le son tan queridas (casi todas sus películas están ambientadas en el mismo periodo). Bilitis, por otra parte, se enmarca dentro de un momento de esplendor del cine erótico, que tiene como precedentes títulos clásicos del género como El último tango en París (1972), Emmanuelle (1974) o Historia de O (1975). Aunque en su momento tuvo una buena acogida, Bilitis es un filme que no ha envejecido muy bien, e incluso no falta quien opina que sólo es un envoltorio de lujo para presentar una serie de escenas de sexo lésbico rodadas, eso sí, con un gusto exquisito y todo el talento de su realizador. Aquí quizás peque de parcial, pero siempre me ha parecido una película más interesante de lo que muchos quieren concederle, que plantea cuestiones de tanto calado como el tránsito de la adolescencia a la madurez, la búsqueda de la propia sexualidad, o la desazón del primer gran amor frustrado, entre otras no menos sugerentes. A mayor abundamiento, el personaje de Bilitis me resulta fascinante en su determinación, energía juvenil y capacidad de sacrificio. De hecho, toda la película puede interpretarse como un cursillo acelerado de madurez, con final agridulce incluido.
¿Qué fue de los protagonistas tras el éxito de la película? Patti D'Arbanville (Bilitis) ha seguido en activo y trabajando hasta hace poco, e incluso tiene nuevos proyectos en cartera para este año que encara su recta final. Descubierta muy joven por el mismísimo Andy Warhol, supo escapar al encasillamiento como actriz de cine erótico (algo que no pudo o no supo hacer Silvia Kristel, Emmanuelle), aunque nunca llegó a ser la gran estrella que apuntaba en sus comienzos, pese a lo cual, como decíamos, acumula a sus espaldas una extensa y variada filmografía. Mona Kristensen (Melissa), por el contrario, era una modelo que llegó al cine de la mano de su marido, el propio David Hamilton, y que tan sólo cuenta con este título en su haber. Gilles Kohler (Pierre) siguió trabajando hasta 1987 y se despidió de la industría con un papel como mercenario en la primera entrega de Arma létal (Richard Donner, 1987) tras haber participado en las teleseries Dallas (1983) y Todos mis hijos (1985). Bernard Giradeau (Lucas) simultaneó su faceta como actor con la de director hasta 2010, año de su prematura muerte (tan sólo contaba 63 años). Por su parte, Catherine Leprince (Helene) fue un rostro popular del cine y la televisión francesas durante las décadas de los setenta y ochenta, donde merece la pena destacar su participación en Vive les femmes! (1984) y Escalier C (1985), e incluso llegó a compartir pantalla junto a Alain Delon en el thriller policiaco Choque (Robin Davis, 1982). El resto, salvo algunos nombres de interés del cine europeo del momento, como Mathieu Carrière (Nikias), tuvieron una trayectoria profesional bastante discreta. En general, Hamilton preferia rostros poco conocidos para sus películas, lo que le permitía ajustar el presupuesto para centrarse en otros aspectos de la producción tales que vestuario, decorados, banda sonora, etc. Respecto al director, tras Bilitis rodó otras cuatro películas, la última de ellas de 1983, donde mantenía las mismas coordinadas estilísticas y argumentales que le han hecho famoso y caracterizan su forma de hacer y entender el cine y la fotografía. Quizás en los tiempos que corren el estilo de Hamilton esté un poco démodé, e incluso resulte políticamente incorrecto (esa obsesión por las jovencitas adolescentes medio desnudas), pero con sus más y sus menos hay que reconocerle que es uno de los grandes nombres de la fotografía del siglo XX, y que su cine es tan personal e interesante como sus antologías o recopilaciones de imágenes, entre las que cabe destacar "Hamilton's movie" (1977) o "The Age of Innocence" (1995), con especial mención para esta Bilitis, que a punto de cumplir cuarenta años, conserva todavía ese encanto y capacidad de seducción que fascinó en su momento a toda una legión de espectadores, entre los cuales me reconozco humildemente incluido, aunque tuviese que esperar varios años para poder verla, ya en VHS.
FUENTE
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